Querido lector
En primer lugar, le damos la bienvenida. Gracias por emprender esta aventura con nosotros que comienza con nuestro primer número de LoHacemos? Con toda nuestra ilusión y empeño le intentaremos introducir, de una manera sencilla, ágil y clara, en el mundo del sexo, para que pueda conocer mejor el complejo mundo de la sexualidad. Una sexualidad entendida como parte del ser, y por ello, un pilar básico de nuestra salud y desarrollo como personas.
A través de estas páginas, de nuestra edición digital y de las redes sociales, le descubriremos todas las técnicas y conocimientos, sabidas y por saber, mediante las investigaciones y colaboraciones que, con mucho esmero, vamos a realizar. Nos abstendremos de ofrecer contenidos basados en la mitología sexista, hacer publicidad de productos pseudomilagrosos y dar consejos infundados desde el punto de vista científico que contribuyen, aún más si cabe, a la desinformación que reina en torno a esta temática. Nos proponemos como meta, ser una fuente de divulgación científica tal y como marca nuestra línea editorial, que nos obliga a contar con fuentes fiables y contrastadas. Pero no queremos olvidar hacerle pasar un buen rato ya sea mientras lee nuestra revista o mientras navega por la web. Es por eso que, además de ofrecerle un alto contenido educativo, también podrá encontrar partes que le inciten a llevar su imaginación y deseo al límite. Es por ello que se cuidará el aspecto visual de la revista, en cuanto a la calidad de las imágenes y el atractivo del diseño. A la hora de elaborar nuestros contenidos, vuestra interacción va a ser fundamental y os animamos a que colaboréis con nosotros a través de los comentarios y sugerencias para así, crecer juntos.
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Ser infiel, no deslealLos avances en el entendimiento de la sexualidad, sobre todo en cuanto a la libertad para descubrirla, han modificado el mundo tal y como lo entendíamos hace relativamente poco. Parece que ha pasado mucho tiempo desde el amor cortés, pero no ha pasado tanto desde que el sexo era un tema tabú, despojado de cualquier matiz placentero que se le pueda atribuir.
A pesar de haber vivido una Revolución sexual, seguimos atados a conceptos tradicionales como los que salen a la luz en los debates morales, con una clara línea de defensa de valores dogmáticos, que giran en torno a la fidelidad. No cabe duda de que cualquiera, si se encuentra con su pareja en los brazos de otra persona se sentiría traicionada. Sin embargo, la defensa a ultranza de la fidelidad inamovible es, a día de hoy, igual de diacrónico que hablar con libertad del orgasmo femenino en la Edad Media. Los sociólogos americanos Philip Blumstein y Pepper Schwartz, descubrieron que por lo menos un 21 % de las mujeres y el 37 % de los hombres había tenido relaciones extramatrimoniales en diez años. Tener una relación no debería ser excluyente a la hora de disfrutar de una sexualidad completa, y el gozo de la sexualidad entraña vivirla con diversidad. Si hay mutuo acuerdo entre las dos personas de la pareja de tener relaciones externas, el amor, el respeto y la confianza no se van a ver afectadas. El factor clave es que se llegue a acuerdo dado que, tal y como decía Gabriel García Márquez, “hay que ser infiel, pero nunca desleal”. El psicólogo americano Aaron Bleck, afirmó que el trauma de vivir un adulterio reside en un efecto bipolar de “todo o nada” donde una pareja es fiel o infiel, sin puntos intermedios. Pero la proliferación de clubes de intercambio de parejas y el auge del movimiento swinger, alimentado por la facilidad de citarse a través de internet, demuestran que sí que puede haber un equilibrio. Incluso, en la comuna francesa de Cap d’Adge, más de 10.000 parejas acuden a este pueblo nudista para hacer intercambios. Al igual que en su día se separó la sexualidad de la capacidad reproductiva, muchas personas son capaces de separan el sexo de la función emotiva con una experiencia vital y sexual más completa y con menos riesgos para poner punto final a su relación amorosa por tentaciones incontrolables |
En busca de la fidelicidad
La fidelidad en la vida conyugal no tiene nada que ver con la religión y la doctrina que promulgue. El “hasta que la muerte os separe” que sermonean los curas durante la unión matrimonial por la iglesia, no es algo del que se puedan apropiar los dogmas como intentan inculcar en algunas doctrinas en páginas web como Catholic.net. La fidelidad en la pareja se debe fundamentalmente a un compromiso entre dos personas que desean compartir sus vidas juntas y supone seguir un proyecto de vida que fue establecido a partir del acto de la promesa. Para que funcione debe de haber, como no, amor. El amor correspondido, el amor de los dos, el uno para el otro. Ni uno debe amar más a la otra parte, ni el otro debe amar menos a la otra. Y eso sí, no es solo compromiso, también la persona debe de estar seguro de conocer sus sentimientos hacia la otra persona.
¿Qué hacer para mantenernos fiel a nuestra pareja? La respuesta parece difícil, incluso hay gente que la busca por todos los medios las causas por la que sus parejas les han sido infieles. Pero la incógnita se despeja si apelamos al compromiso y al hecho de conocer nuestros verdaderos sentimientos hacia nuestra pareja. El amor comprende el hecho de no hacer daño a la persona querida bajo ningún motivo, si nos planteamos como nos puede hacer daño nuestra pareja y obtenemos la respuesta de que si nos son infieles no podríamos soportarlo, ¿cómo vamos a serles nosotros infieles a ellas? ¿Acaso nosotros tenemos derecho a proporcionar un perjuicio a nuestro amante y ellos no tienen los mismos derechos? El amor difícilmente perdura durante toda una vida en pareja, eso sí, se dan casos. Para conseguir ser fiel tan solo hay que ser sincero, si ya no amas a tu pareja, sencillamente díselo. Terminar con una relación que ya no te da lo que al principio te atraía y evita las infidelidades. El sociólogo Amando de Miguel, ya expone en uno de sus textos que “si uno descubre que está enamorado de otra persona, es absurdo que siga con la primera, la verdadera fidelidad es ir con la persona de la que uno se enamora”. La Real Academia de la Lengua Española lo define como “lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona”. La fidelidad es fundamental en una relación de pareja, fomenta la intimidad, además de reforzar la unión y el compromiso entre las dos personas. |
La mirada del placer
El placer es la consecuencia del deseo concedido. Cada cual anhela una cosa, cuando la consigue exhibe felicidad. Tanto el hombre como la mujer disfrutan del sexo, pero de forma diferente. Los estímulos femeninos para llegar al orgasmo difieren de los masculinos.
El hombre se estimula visualmente. El auge de la pornografía ha aumentado que la sexualidad masculina se encienda mediante el sentido de la vista. Reside en la búsqueda de la excitación pasivamente, sólo se necesita encender la televisión o el ordenador y mirar.
El sexólogo venezolano Fernando Bianco demostró mediante un experimento que los hombres se excitan a través de los ojos. Durante el estudio observó una serie de conclusiones. Las caricias, tanto masculinas como femeninas, producían una erección en el hombre el cual tenía los ojos vendados. Mientras que cuando tenía la vista al descubierto sólo se producía la erección cuando le acariciaban mujeres.
La mujer necesita algo más para excitarse, requiere de otro tipo de estímulos. El sexo femenino fantasea y se siente excitada cuando se recrea en ello. Según el sexólogo José Bustamante, el florecimiento de las novelas eróticas ha supuesto un estímulo sexual para la mujer. Se podría comparar con la pornografía para los hombres. Por ejemplo, el libro Cincuenta sombras de Grey de la escritora británica E. L. James. La novela ha tenido mucho éxito y ha repercutido en que la mujer se sienta más cómoda con el sexo.
El papel de la mujer en el sexo ha sufrido una revolución. El rol de ella ha cambiado, se siente segura y liberalizada. Tanto ella como ellos son capaces de dar y recibir placer de igual forma. Pero aún residen entre las sábanas mitos arraigados a un tiempo pasado. Sorprende que el hombre se niegue a practicar sexo porque debe aparentar que siempre tiene ganas. De igual modo, el sexo masculino tiene interiorizado que el tamaño de su miembro debe ser grande. Sin embargo, el sexólogo José Bustamante argumenta que el tamaño no es fundamental ya que el máximo placer femenino reside fuera de la vagina, en el clítoris.
Los estímulos sexuales producen alteraciones en nuestra mente que excitan nuestro cuerpo deseoso de encontrar placer. Cuando la búsqueda se completa tus terminaciones se estremecen hasta llegar al orgasmo. Lo necesario para tener una vida en la cama plena es disfrutar de tu sexualidad y de la de tu pareja.
El hombre se estimula visualmente. El auge de la pornografía ha aumentado que la sexualidad masculina se encienda mediante el sentido de la vista. Reside en la búsqueda de la excitación pasivamente, sólo se necesita encender la televisión o el ordenador y mirar.
El sexólogo venezolano Fernando Bianco demostró mediante un experimento que los hombres se excitan a través de los ojos. Durante el estudio observó una serie de conclusiones. Las caricias, tanto masculinas como femeninas, producían una erección en el hombre el cual tenía los ojos vendados. Mientras que cuando tenía la vista al descubierto sólo se producía la erección cuando le acariciaban mujeres.
La mujer necesita algo más para excitarse, requiere de otro tipo de estímulos. El sexo femenino fantasea y se siente excitada cuando se recrea en ello. Según el sexólogo José Bustamante, el florecimiento de las novelas eróticas ha supuesto un estímulo sexual para la mujer. Se podría comparar con la pornografía para los hombres. Por ejemplo, el libro Cincuenta sombras de Grey de la escritora británica E. L. James. La novela ha tenido mucho éxito y ha repercutido en que la mujer se sienta más cómoda con el sexo.
El papel de la mujer en el sexo ha sufrido una revolución. El rol de ella ha cambiado, se siente segura y liberalizada. Tanto ella como ellos son capaces de dar y recibir placer de igual forma. Pero aún residen entre las sábanas mitos arraigados a un tiempo pasado. Sorprende que el hombre se niegue a practicar sexo porque debe aparentar que siempre tiene ganas. De igual modo, el sexo masculino tiene interiorizado que el tamaño de su miembro debe ser grande. Sin embargo, el sexólogo José Bustamante argumenta que el tamaño no es fundamental ya que el máximo placer femenino reside fuera de la vagina, en el clítoris.
Los estímulos sexuales producen alteraciones en nuestra mente que excitan nuestro cuerpo deseoso de encontrar placer. Cuando la búsqueda se completa tus terminaciones se estremecen hasta llegar al orgasmo. Lo necesario para tener una vida en la cama plena es disfrutar de tu sexualidad y de la de tu pareja.
Consumir sexo, consumir cuerpos
Las principales fuentes de socialización y sexualización provienen, principalmente, de los medios de comunicación. El poder que ejercen sobre la sociedad llega a ser incalculable. Ahora, la valía de una persona se mide por su atractivo o conducta sexual. Este estereotipo de persona capaz igual a persona atractiva afecta mucho más a las mujeres. Desde pequeñas se las expone a todo ese bombardeo de imágenes con cuerpos perfectos y medidas ideales que provienen tanto de los medios, como de la publicidad, la moda, los personajes famosos…
Un estudio llevado a cabo por la Asociación Americana de Psicología, “APA Task Force on the Sexualization of Girls”, evidencia que gran cantidad de imágenes sexuales asociadas a las chicas en la publicidad y los medios de comunicación es perjudicial para su salud y para la imagen que se forman de sí mismas. El valor de una mujer se mide en formato 90-60-90, mientras que los hombres se presentan como líderes e independientes. ¿O alguien conoce a Indra Nooyi? No suele aparecer en pantalla, sin embargo es presidenta de una de las mayores empresas multinacionales, Pepsico. Y además, ha sido catalogada como una de las mujeres más influyentes del mundo por la revista Forbes.
A pesar de esto y cada vez más, las personas se entregan al culto al cuerpo independientemente de su género. Toda una estrategia de venta ha sido desarrollada desde que estallara la revolución sexual para llegar a la situación actual: consumir cuerpos masculinos y femeninos como si de una mercancía se tratase. Se ha construido publicitariamente la imagen social de lo que significa ser hombre o mujer. Y el mayor problema se encuentra en la educación de base. Tal y como explica Charo Altable, educadora sexual y cofundadora de la Sociedad Sexológica de Valencia, una buena educación sexual es muy importante para saber lo que se quiere, “se confunde esto con el consumir, la liberación de la mujer no es lo que se ha entendido”. No se trata de una educación sexual destinada a prevenir enfermedades y embarazos, que evidentemente es muy importante para una buena salud. “Hay como un miedo inconsciente, no solo con tres charlas se solucionan los problemas de sexualidad entre los adolescentes”, comenta Charo Altable. Y es que los problemas que giran en torno a la sexualidad adolescente van mucho más allá del uso o no del preservativo, problemas de identidad y orientación sexual, preguntas por resolver… “En el instituto en el que trabajaba se hacía teatro de investigación, teatro sobre las emociones. Y esto les ayuda a tomar consciencia a través del juego y de lo que ellos sacan de sus vidas”, afirma Charo Altable. Se trata de educar en la sexualidad y en las emociones, de coeducar para la vida.
Un estudio llevado a cabo por la Asociación Americana de Psicología, “APA Task Force on the Sexualization of Girls”, evidencia que gran cantidad de imágenes sexuales asociadas a las chicas en la publicidad y los medios de comunicación es perjudicial para su salud y para la imagen que se forman de sí mismas. El valor de una mujer se mide en formato 90-60-90, mientras que los hombres se presentan como líderes e independientes. ¿O alguien conoce a Indra Nooyi? No suele aparecer en pantalla, sin embargo es presidenta de una de las mayores empresas multinacionales, Pepsico. Y además, ha sido catalogada como una de las mujeres más influyentes del mundo por la revista Forbes.
A pesar de esto y cada vez más, las personas se entregan al culto al cuerpo independientemente de su género. Toda una estrategia de venta ha sido desarrollada desde que estallara la revolución sexual para llegar a la situación actual: consumir cuerpos masculinos y femeninos como si de una mercancía se tratase. Se ha construido publicitariamente la imagen social de lo que significa ser hombre o mujer. Y el mayor problema se encuentra en la educación de base. Tal y como explica Charo Altable, educadora sexual y cofundadora de la Sociedad Sexológica de Valencia, una buena educación sexual es muy importante para saber lo que se quiere, “se confunde esto con el consumir, la liberación de la mujer no es lo que se ha entendido”. No se trata de una educación sexual destinada a prevenir enfermedades y embarazos, que evidentemente es muy importante para una buena salud. “Hay como un miedo inconsciente, no solo con tres charlas se solucionan los problemas de sexualidad entre los adolescentes”, comenta Charo Altable. Y es que los problemas que giran en torno a la sexualidad adolescente van mucho más allá del uso o no del preservativo, problemas de identidad y orientación sexual, preguntas por resolver… “En el instituto en el que trabajaba se hacía teatro de investigación, teatro sobre las emociones. Y esto les ayuda a tomar consciencia a través del juego y de lo que ellos sacan de sus vidas”, afirma Charo Altable. Se trata de educar en la sexualidad y en las emociones, de coeducar para la vida.